Entrevista a Alberto Campos Baeza en Lumon

Entrevista a Alberto Campo Baeza, Premio Nacional de Arquitectura 2020

Hoy tenemos el enorme placer de hablar de arquitectura, de cultura y de enseñanza con Alberto Campo Baeza, Doctor Arquitecto, Catedrático Emérito de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en la que ha sido profesor durante más de 50 años.

Alberto ha impartido clases en importantes universidades alrededor del mundo: Zúrich, Lausana, Filadelfia, Washington, Dublín, etc…. También es miembro Titular de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Entrevista a Alberto Campos Baeza en Lumon

Alberto nace en Valladolid, donde su abuelo era arquitecto, y vive desde los 2 años en Cádiz, ciudad en la que descubrió la luz y dónde su padre fue un reconocido cirujano muy querido.

Ha recibido numerosos premios, 2016 Premio Eduardo Torroja de Ingeniería y Arquitectura por Caja Granada, … y recientemente ha obtenido el Premio Nacional de Arquitectura 2020. 

Sus obras van desde pequeñas pero hermosísimas casas, como la de Gaspar, Casa del Infinito, hasta obras grandes como Caja Granada o el Consejo Consultivo de Zamora, Entre Catedrales,…. Todas con un amplio reconocimiento y que comparte a través de su web www.campobaeza.com

Entrevista a Alberto Campo en Lumon

Ha publicado numerosos libros y textos, entre otros: La Idea Construida, Aprendiendo a Pensar, Pensar con las Manos, Quiero Ser Arquitecto, La Suspensión del Tiempo, Diario de un Arquitecto, Trece Trucos de Arquitectura, Lacónico Sota, …

Cree en la arquitectura como Idea Construida. Y cree que los principales componentes de la Arquitectura son La Gravedad, que construye el Espacio, y La Luz, que construye el tiempo.

En primer lugar, quiero agradecerte infinitamente, Alberto, tu amabilidad por atender mi solicitud para hablar de arquitectura para nuestro PRO Blog de Lumon España. Para mi es un honor poder hablar contigo de arquitectura, sigo aprendiendo de tu pasión por tu profesión, por la cultura, que me ayuda en mis objetivos personales y profesionales.

Lumon: Alberto, ¿qué te llevó a estudiar arquitectura?

Alberto: Mi abuelo paterno fue arquitecto municipal en Valladolid. Hizo un edificio que se conserva muy bien que es el Círculo de Recreo, lo que es ahora el Casino de Valladolid. Mi abuelo tenía ocho hijas, una de ellas mi madre. Una mujer muy lista y especial que me inculcó desde el primer momento la idea de ser arquitecto. Y no dudé en ningún momento que quería seguir ese camino. La voluntad entonces de ser arquitecto está desde el primer momento.

En una entrevista reciente me preguntaron que cuál fue mi primera contacto cultural, entonces yo conté mi experiencia con un juguete que se llamaba “el teatro de los niños”, un teatro de cartón que editaba la editorial catalana Seix Barral.

Todo era a tamaño accesible donde los personajes se recortaban como figuras de tebeo y se pegaban en barritas de cartón. Yo recuerdo el Mercader de Venecia de Shakespeare. Si de pequeño estás en contacto con estos estímulos, influye evidentemente.

Lumon: Alberto, después de tú experiencia en la docencia de más de 50 años, imagino que habrás podido notar diferencias en las formas de entender la arquitectura entre tus alumnos de distintos países, como Zúrich, Lausana, etc. ¿Cuáles han sido las más remarcables?

Alberto: Pues evidentemente existe una base común, los estudios de arquitectura se van copiando de unos países a otros y va habiendo un corpus general que se va repitiendo. De todas maneras, dicho por Kenneth Frampton, arquitecto y escritor inglés, uno de los profesores más relevantes de la Universidad de Columbia de Nueva York, al cual hemos hecho Doctor Honoris Causa, ha declarado que la Escuela de Arquitectura de Madrid es la mejor del mundo, porque quizá sea donde los estudios son más completos. Se dedican todos los años una cantidad de horas a los proyectos y a la construcción y a las estructuras. En el resto de los países quizá este estudio es menos intenso, pero el espíritu es el mismo.

Como bien sabes, un arquitecto debe tener muchos conocimientos. Un arquitecto no es un artista que realiza una serie de dibujos y luego se los desarrollan otros – alguno hay que lo hace – te lo digo de otra manera, yo disfruto tanto en el momento de la concepción de un proyecto, cuando hago los primeros dibujos y tengo las primeras ideas, como cuando se maduran esas ideas, y va pasando el tiempo. Cuando esas ideas se van pasando no solo a esos dibujos, sketches, sino que después se pasan a planos técnicos, etc. Todo eso se va definiendo en escalas mayores, y uno disfruta tanto en el primer momento como en los demás pasos. También en la dirección de obra, por ejemplo en mi última obra, la Casa Rotonda, cuando vi levantarse el ultimo forjado desde donde ya se confirmaba lo que ya había visto. Yo me emocioné muchísimo con mi propia obra.

A tu pregunta, quizá los estudios más completos son los de la Universidad Española, más concretamente los de Madrid y después que no solo abarcan las primeras fases sino hasta el final. Un arquitecto tiene que controlar y estar creando hasta el ultimo segundo, cuando la obra se termina, y es una verdadera maravilla, un regalo. Esta labor es la más hermosa del mundo.

Lumon: me interesa conocer Alberto, la relación que tienes tan directa con el arte, la enseñanza, la cultura en general, ¿de qué forma esto te ayuda en tu proceso creativo?

Alberto: Bueno, creo que es imprescindible. Creo que no debería ser una característica de Campo Baeza, sino que tendría que ser una característica de todos los arquitectos. Un arquitecto tiene que ser una persona culta, que lea mucho, que aprenda mucho. Quizá eso lo aprendí también de mi padre, cirujano en Cádiz. Yo le vi siempre estudiando, hasta los 104 años que vivió. Y nosotros nos preguntábamos, ¿si ya lo sabe todo, por qué sigue estudiando?

Últimamente cito una obra de Goya, precioso, que lo tiene el Museo del Prado. Es de una serie de dibujos de Goya donde pinta a un anciano con pelo blanco apoyado en dos bastones. Y entonces escribe muy sabiamente Goya: “Aún aprendo”, pues eso le pasa a uno. Por ejemplo, ahora mismo sigo dando clase en Nueva York, todas las semanas dos días, cada día 3 horas seguidas en inglés vía Zoom. Agotador pero precioso.

Lumon: Volviendo a tu etapa de estudiante, Alejandro de la Sota fue un maestro muy importante para ti. Él os pedía un ejercicio que consistía en imaginar vuestra “Casa soñada”, ejercicio que tú sigues solicitando a tus alumnos, ¿verdad?

Alberto: Bueno, Alejandro de la Sota era una persona maravillosa. Sigue siendo una fuente de la que aún se puede seguir bebiendo y su persona era extraordinaria. Tengo entendido que al levantarse cada mañana tocaba una sonata de Bach al piano, porque tocaba muy bien el piano. Un tipo simpático, radiante, que quizá no tuvo la suerte en la vida académica. Pienso que tendría que haber sido Catedrático. Yo tuve la suerte inmensa de tenerle como profesor. De hecho, hace poco un italiano me pidió que escribiese un libro sobre él. Ya sabes lo importante que son los títulos, y lo titulé: Lacónico Sota. Es un libro en italiano, pero el adjetivo es igual en ambas lenguas. Puse lacónico por el hecho de que un título tiene que ser un poco provocativo y elegí este término tan esencial.

Lumon: Que no minimalista, que a veces lo confunden.

Alberto: Exacto, de minimalista no tiene ná de ná.

Lumon: A mi me llama mucho la atención, Alberto, el hechizo de la luz en tus obras, ese protagonismo que tiene la luz en tus proyectos. ¿Qué sucede cuando diseñas un espacio y haces entrar la luz?

Alberto: Pues creo que no es un signo de mi identidad sino más bien algo presente en la historia de la Arquitectura como tema central. Pompeya, el Panteón, Le Corbusier, etc. La luz ha estado en el centro para todos ellos. Para ser más específico, estudio la luz con los dibujos, sabiendo la orientación del sitio donde estás trabajando, etc. Lo cuento siempre con un ejemplo sencillo de entender: El hacer las maquetas del sitio que estás trabajando te da la simultaneidad de las tres dimensiones. Recuerdo a un ingeniero muy sabio que me recriminaba el hacer tantas maquetas existiendo ahora los renders. Yo respondía que un render es maravilloso pero que si lo pones debajo del sol no pasa nada. En cambio, una maqueta, la puedes mover y ver claramente como trabaja con la luz, lo que te permite corregir y modificar. La maqueta no es el fin ni el resultado si no una herramienta de análisis.

Lumon: Alberto, me gustaría que nos contases ese emocionante “contrato emocional” que tienes con tus alumnos cada vez que visitan el Panteón de Roma.

Alberto: Pues muy sencillo, les hablo tanto del Panteón de Roma que en vez de acabar hasta el “moño”, pues les animo a que lo visiten y que si lloran al hacerlo me envíen una postal. Tengo una buena colección de postales en las que evidentemente me cuentan cómo todos han llorado. Entrar allí es muy emocionante. También he contado muchas veces a mis alumnos una historia muy bonita con la figura de Chillida. Hay una imagen preciosa que cuenta cómo Chillida se abrazaba a la columna de luz que entraba por el óculo del Panteón.

Lumon: Volviendo a la situación actual, donde utilizamos nuestras viviendas intensamente, hemos descubierto nuevas necesidades. Desde el departamento de proyectos de Lumon,  prescribimos con arquitectos y promotoras, soluciones para crear espacios saludables de conexión con el exterior: balcones + terrazas + barandillas, que son muy solicitados en las viviendas. Para ti, en tu arquitectura, ¿los espacios de conexión con el exterior qué importancia tienen?

Alberto: Cuando les hablo a mis alumnos sobre los espacios abiertos, hago algunas diferencias: tenemos espacios abiertos descubiertos, y abiertos cubiertos. Cuando yo hago la Casa del Infinito lo que yo hago es una azotea, es una gran azotea que es como la cubierta de un barco donde se convive. Entonces es un espacio descubierto y abierto. Y otro segundo tipo de espacio, como al que tu haces referencia, un porche es cubierto pero abierto; y un tercer tipo de espacio que es el cubierto y cerrado; y otro el cubierto, cerrado y muy cerrado. Van siendo mecanismos de la propia arquitectura que es bueno conocer dónde y cuando se utilizan.

Lumon: En La Casa Infinito en la playa Bolonia de Tarifa, hay una mimetización de los materiales utilizados con el emplazamiento. La vivienda está justo al lado del asentamiento romano de Baelo Claudia. Ese impresionante plano horizontal en alto, que resulta de las influencias de Sota, Mies van der Rohe, Le Corbusier…y

Alberto: De los griegos.

Lumon: Sí, de los griegos, de la Acrópolis, que desemboca en una arquitectura muy sencilla, en un momento en el que la arquitectura está tan llena de cosas para…

Alberto: …para llamar la atención. Dilo, dilo. Esta sociedad, teniendo todos los medios a su disposición para poder disfrutar de la cultura de una manera profunda, es una sociedad muy ignorante, muy superficial y frívola que admira las cosas estrambóticas. Ven una torre que se retuerce, se tumba y se rompe, y piensan: ah, esto debe ser la nueva arquitectura. No, mire usted, esto es un formalismo superficial que le provoca a usted. Pero hay una “prueba del nueve” que es la del paso del tiempo, que es el que da testimonio de si aquello es o no válido.

Lumon: Las nuevas tecnologías, los nuevos materiales, la sostenibilidad por la que tenemos que mejorar la manera de construir para que las casas sean eficientes. Tu obra del Edificio Consultivo de Zamora fue en su tiempo un ejemplo claro de esa evolución tecnológica, cuando hiciste la piel de cristal sin utilizar piezas metálicas y empleaste la silicona estructural para el pegado entre vidrios. ¿Podrías contarnos cómo compararon esta evolución, en una exposición que hiciste en Nueva York,  con el Cubo de Apple de la 5ª Avenida que sí utilizaba piezas metálicas?

Alberto: El tema central es el de la tecnología utilizada con lógica. La sostenibilidad es pura lógica y sentido común. Volviendo a Cádiz, te diría que las casas antiguas de Cádiz eran y son sostenibles porque tenían ventilación alta cruzada para que la humedad desapareciera. En las casas había unos agujeros en los techos de las habitaciones que continuaban por unos tubos por dentro de la fachada que acababan en las azoteas en unos agujeros que había en los petos para ventilación. Por otra parte está la tecnología, que nos permite nuevos mecanismos para traducir ideas de arquitectura. Si en tiempos de Mies van der Rohe no hubiese existido el vidrio plano, transparente, en grandes dimensiones, no habría podido plantearse el espacio continuo.

Volviendo al edificio de Zamora, lo que yo quería hacer era una caja con una doble capa de vidrio, para que el vidrio exterior se viese todavía más transparente. La idea de transparencia, delicadeza y ligereza. Lo que hice fue llamar a los expertos en vidrio, un prescriptor técnico como tú Antonio.

Boceto Edificio Zamora Alberto Campo Baeza

En ese caso el de Cristalera Española, José Pablo Calvo, un tipo magnífico, le pregunté cómo se resolvía lo que yo quería hacer, y me dijo: “sencillo, con silicona estructural”. Es cierto que se trataba de un edificio de sólo dos plantas, lo cual permitía que el vidrio exterior apoyara en el suelo. Y las piezas transversales eran las que había que unir. La silicona estructural permitió que no hubiera ni un gramo de metal. Pasado un tiempo, ese edificio se termina, se fotografía y se publica, en Nueva York en una exposición que me hacían, y que agradecí muchísimo, pues tengo la suerte que la gente es demasiado generosa conmigo. A la inauguración de la exposición fueron Richard Meier, Kevin Roche y James Polshek. Este último era quien hacía las cajas de Apple, en las que los vidrios están unidos con piezas metálicas, preciosas y estupendas. Polshek me preguntaba, que cómo había hecho para no utilizar piezas metálicas. Yo le contesté que llamando a los expertos, al igual que cuando uno está enfermo acude a los médicos.

Lumon: Alberto, has escrito muchos libros, y en alguna entrevista has dicho que estás en un proceso de revisión y refresco de tus escritos. ¿Reescribir cosas antiguas te produce un efecto de liberación?

Alberto: En el último libro, que se llama “Reescribir”, que lo edité antes en inglés que, en castellano, en su introducción de sólo un par de páginas lo cuento, y es muy sencillo de entender. Volviendo a la tecnología, aunque yo soy un desastre con el ordenador, tengo a mi alrededor a todas estas personas que me ayudan con mis clases en Nueva York vía Zoom, no sabría hacerlo solo.

Ahora se corrige cualquier texto con suma facilidad, nada que ver con las máquinas Olivetti y tipex para corregir. Leer algo que has escrito con Word hace 5 o 10 años es más fácil de corregir. Eran temas más profundos, que trataban temas centrales como la belleza, el tiempo el disfrute intelectual, la luz, la gravedad… Me hice el firme propósito de hacer un libro recogiendo todos estos temas. Y cuento en esa introducción que, aunque al principio pensaba que iba a ser complicado, vi que era enormemente sencillo, que era ocasión de disfrute poder corregir los posibles defectos. Ya quisiera uno que en una obra se pudieran corregir los defectos; en unos casos se puede, pero otras veces los defectos ya no son corregibles. En un texto, en cambio, siempre es posible la corrección, o se puede añadir o quitar algo. Esa es la idea.

Lumon:  ¿Tu proceso de creación, basado en ese bagaje cultural, te produce más fluidez o más dudas a la hora de crear?

Alberto: Tiene esa doble lectura. Tienes más dudas, porque estás más abierto; pero a la vez más facilidad, porque tienes más rodaje en hacer esas correcciones. Una cosa es corregir los textos, y otra es corregir también las ideas que uno va teniendo en el desarrollo de las obras.

Lumon:  Tendrás más libertad también con los años, con la edad.

Alberto: Eso lo da la edad, pero también la suerte de ser profesor. La docencia, tomada seriamente, preparando las clases y reflexionando sobre las cosas que enseña me ha ayudado mucho. Yo recomiendo a los mejores alumnos que sean docentes. La vida académica es dura, hay tensiones, dificultades. A mi me dicen: es que es usted académico de la Real Academia de las Artes de San Fernando. Yo estoy agradecidísimo, pero me pregunto, ¿por qué no fueron académicos, con mucho más mérito que yo, Sáenz de Oiza o Javier Carvajal o Alejandro de la Sota. Y es que los seres humanos somos un poco complicados.

Lumon:  Alberto, para ti ¿Proyectar es investigar?

Alberto: Yo te diría, y esto no lo he contado nunca, que se parecería mucho a la obra de un pintor. Si se analiza la pintura de Velázquez o la de Goya, se ve que en cada cuadro hay un proceso de investigación. Al igual que un escritor. He leído varios libros de Irene Vallejo, que escribe como los ángeles. Ahora estoy leyendo “El silbido del arquero” y es una maravilla. Un arquitecto serio y profundo claro que investiga. Cuando en Zamora hago la caja de vidrio con el doble vidrio separado, claro que hay un proceso de investigación grande. Pero en cualquier obra de Mies van der Rohe, Le Corbusier o Frank Lloyd Wright, hay procesos de investigación que siguen abiertos y que van dando resultados que son muy fructíferos.

Lumon:  Me gustaría volver a lo que nos gusta, a Cádiz, esa ciudad tan maravillosa que acoge tan bien.

Alberto: Sabes que apareció en el New York Times como la ciudad más bonita del mundo, ¿verdad?

Lumon:  Si, ¡Cuánto saben los neoyorkinos!, ja ja ja

Alberto: Los gaditanos somos, además, romanos. Hércules estuvo por aquí también.

Lumon:  Una ciudad tan universal como Cádiz, con tanta historia, con su enclave, creo que debería seguir el mismo camino que otras ciudades: Inyectarle cultura en cantidades ingentes y cuánto antes. Alberto, tú como arquitecto, ¿qué harías por Cádiz?

Alberto: Yo daría la vida por Cádiz. A mi me llega el Diario de Cádiz todos los días, me lo manda Antonio Gómez de Barreda, el secretario de la asociación de los antiguos alumnos de San Felipe Neri, lo cual es una maravilla. Y ayer venía la noticia de que no sabían que hacer con el Castillo de San Sebastián, el castillo donde en algún momento se defendió que allí pudo estar el Templo de Hércules. Con todos mis respetos para los políticos actuales, en su día Teófila me encargó un proyecto para hacer algo, lo cual me hizo una ilusión inmensa. Pero el castillo pasó de pertenecer al Ayuntamiento a ser de la Junta.

Lo haga quien lo haga, puede ser un centro cultural maravilloso, respetando la idea de lo que es ese castillo y ese paseo. Muchos gaditanos se van allí al atardecer, se sientan en el borde de los pretiles aquellos y cuando se pone el sol, hay días en que se ve el rayo verde, la gente aplaude la puesta de sol. Yo he ofrecido al ayuntamiento que yo estaría dispuesto a hacer ahí el proyecto más bonito del mundo, igual no gratis, pero sí pagándome sólo los gastos. Dejaría todos los proyectos que tengo para hacer ese.

Lumon:  Toda esa zona, hasta el parque Genovés, la Alameda Apodaca es una maravilla.

Alberto: Cierto y el muelle abierto. Cuando nosotros éramos pequeños, aparte de ir a Ceuta, teníamos la suerte de vivir al borde de La Caleta, casas en el Campo de las Balas, pues aquellas casitas que nosotros estrenamos en el año 49. Todo eso era muy muy fuera de serie.

Lumon:  Otro proyecto tuyo referente, es la solución del espacio entre las dos Catedrales de Cádiz: Espacios entre Catedrales, con una plataforma by Campo Baeza. ¿Cómo fue la relación con el obispo para cambiar la fachada?

Alberto: Bueno, ahí el obispo se portó muy bien. A mí el Ayuntamiento, Teófila, me encargó la cubrición de unos restos arqueológicos que hay ahí abajo. Entonces yo lo que hice es, en vez de crear una cubierta para los restos, convertir la cubierta en una plataforma, e hice esa plataforma en alto, de manera que cuando uno sube a esa plataforma deja de ver los coches que pasan por delante y solo ve el mar. Lo pavimenté con unos adoquines de mármol blanco de Macael y después toqué la fachada de atrás, que era una fachada blanca de la casa del obispo. Entonces yo le pedí permiso temblando. Porque claro, decirle al obispo que le voy a forrar la casa con piedra ostionera. La Piedra ostionera es la piedra con la que está hecha la catedral de Cádiz en su parte inferior.

Cuando se hace la Catedral nueva, que era medieval, una especie de cubo de piedra, no se destruye la Catedral vieja. Entonces el espacio que a mi me encargan, es ese espacio con restos arqueológicos. El fondo era un fondo blanco, entonces lo lógico era forrar ese fondo de piedra ostionera también. El obispo, generosamente, me dijo que sí. La forramos y ahora mismo se ve lógico, que sea un ambiente catedral nueva, vieja y fondo, todo con la misma piedra.

Alberto define la arquitectura, como el trabajo mas bello del mundo, muy de acuerdo. Como arquitecto busca la belleza, consigue la emoción en los espacios que crea. Trata de conseguir que las personas vivan felices en sus casas, pone la arquitectura al servicio de la sociedad. En Lumon, nuestra misión como empresa es: hacer “mejores casas” y “mejores ciudades”.

Alberto, muchas gracias de nuevo por tu amabilidad, por tu tiempo, por compartir tu conocimiento, tu amor por la arquitectura, por la enseñanza y por la cultura. Siempre te estaré agradecido y espero que pronto pueda colaborar en algunos de tus magníficos proyectos.

¡Hasta Pronto!

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